martes, 19 de septiembre de 2017

CONDUCTA Y MACRO: NUEVOS MALOS ENTENDIDOS


Siguen las confusiones respecto del impacto de la no racionalidad individual sobre la macroeconomía. En un post anterior habíamos sembrado algunas dudas sobre la aproximación a la macro de Martín Tetaz, alguien que escribió explícitamente sobre Economía de la Conducta pero parece mantener en la visión agregada la perspectiva mainstream

Ahora el que viene con un argumento similar es el excelente bloguero Juan Francisco Jimeno (JFJ), que postea regularmente muy buenas notas en Nada es Gratis. Juan dedicó un artículo corto a la economía de la conducta llamado Homo oeconomicus credulus

Luego de referirse a algunos sesgos tradicionales, principalmente relacionados con la construcción de historias, JFJ se concentra en las posibles razones que los explican. Indica que las creencias humanas tienen motivaciones (presentes en la función de utilidad), pero también emociones que, aun siendo erróneas, nos hacen valorar esas historias. Por ejemplo, nuestras creencias nos hacen sentir que respetamos determinados principios, y esto nos hace sentir bien. En otros casos, sostener una creencia no del todo racional nos puede ayudar a alcanzar determinados objetivos. Estas ideas dieron lugar a una rama prometedora llamada Economía de la Conciencia.

Para proteger a nuestras historias de la realidad objetiva, explica JFJ, los humanos recurrimos a no prestar atención estratégicamente, o directamente a negar la realidad. Y aquí empieza el lío, porque a JFJ no se le ocurre mejor idea que ejemplificar este sesgo humano con la macroeconomía española actual. Para JFJ, algunos analistas, políticos o parte del público niegan la realidad al no reconocer las ventajas de las reformas económicas actualmente en discusión. Se refiere a tres de ellas: la reforma al sistema de pensiones; la reforma laboral y la consolidación fiscal.

En una palabra, JFJ considera que no favorecer una agenda basada en las recomendaciones de la economía tradicional es sinónimo de negar la realidad. Esta ilustración me parece demasiado apresurada, por dos razones principales.

Abusos Epistemológicos

Dictaminar sin más que las políticas citadas se han demostrado como beneficiosas y que se han constituido en verdades reveladas que la "gente común" no quiere ver me parece un abuso epistemológico. 

Y la verdad, estamos lejos de hablar de leyes verificadas. La teoría detrás de esas medidas está en plena discusión dentro de la disciplina y me animaría a decir que en algún caso, también dentro de la propia mainstream. El contraste empírico tampoco es muy sólido, sobre todo el de la reforma laboral y la consolidación fiscal. Uno debe esforzarse haciendo cherry picking si quiere favorecer estas posiciones.

El autor transmite, quizás sin intención, la idea de que quien no piensa en clave ortodoxa es un irracional que se cree historias, y que está lleno de sesgos. Pero el récord de aportes al bienestar mundial de la macroeconomía mainstream ha sido bastante limitado como para andar haciendo tanta bandera. Negar que algunas experiencias de liberalización fallaron miserablemente, ¿no es acaso un buen ejemplo de irracionalidad de algunos economistas?.

Fundamentos irracionales de la macro

Pero en el argumento de JFJ hay un error mucho más fundamental. Los modelos que él defiende como "verdaderos" dependen crucialmente... ¡de los supuestos de racionalidad! Cuando los agentes no son racionales, algunas medidas propuestas por JFJ derrapan. 

Por ejemplo, el éxito de la reforma laboral depende de que el análisis neoclásico del mercado de trabajo, que asume plena racionalidad de empleadores y empleados, se cumpla a rajatabla. Basta con incorporar un mínimo de emociones, normas o sesgos cognitivos en esos modelos para obtener resultados muy distintos, y por lo tanto sugerencias de política matizadas, o alternativas.

La consolidación fiscal va mucho más allá en términos de requerimientos de racionalidad individual. Se necesita, por ejemplo, que los inversores incorporen en sus cálculos actuales los beneficios de las futuras reducciones de impuestos derivados de una política fiscal sustentable, ignorando al mismo tiempo la floja demanda provocada por esta misma política. Too much.

Aquí radica el fundamento de mi posición respecto de la relación entre sesgos cognitivos y macro. Los sesgos, que modifican los "fundamentos microeconómicos", deben necesariamente alterar las conclusiones de los modelos que los agregan. Puro y simple, pero no todos lo perciben así.

Conclusión

La insuficiente humildad que transpira la nota de JFJ tiene un transfondo teórico problemático. Se cree que la macroeconomía debería ser una ciencia dedicada a hallar soluciones técnicas para el bienestar basadas en el libre funcionamiento del mercado. Yo prefiero entender la profesión de una forma más mundana: como una disciplina que ayuda a remarcar la existencia de intercambios entre dos o más aspectos que no pueden obtenerse al mismo tiempo. El mejor ejemplo de la aplicación de estos intercambios es el propio título del blog de JFJ, "Nada es gratis". Yo agregaría: incluso esas medidas, Isco...










No hay comentarios.:

Publicar un comentario