sábado, 24 de septiembre de 2016

PAUL ROMER SE CALENTÓ CON LA MACRO (wonkish*)

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Y lo primero que te vas a preguntar es quién es Paul Romer. Bueno, el tipo casi gana el Nobel 2012 por su teoría del cambio tecnológico endógeno, que postula que la base del crecimiento son las ideas. Si bien muchos creen que Romer es neoclásico, no hay que apurarse con los moldes. Las ideas, a diferencia del capital humano, tienen rendimientos crecientes. Y los rendimientos crecientes son incompatibles con la teoría neoclásica del crecimiento.

Anyway, hice esta intro porque Romer últimamente se puso belicoso y tomó las armas contra la mainstream, o más exactamente contra la mainstream de la macro, algo que en Economía al Diván llamamos el Modelo Macroeconómico Estándar (MME). 

Romer comenzó su ataque acusando a la mainstream de mathiness. La matemática abtrusa de los modelos estaría ocultando una visión política de los académicos, y no es verdadera ciencia. Lo interesante del asunto es que Romer no es un anti-matemáticas, el tipo se destacó en presentar modelos formales, aunque con contenido claro y explícito. Si bien Romer se enojó primero con la teoría del crecimiento (su área temática), pronto se dio cuenta de que estábamos mucho peor en la teoría macro de los ciclos, o sea, con el MME.

El MME incluye a los modelos de equilibrio estocástico dinámico (DSGE), también llamados New Keynesian Models, cuya base son los modelos Real Business Cycle (RBC). Estos bichos básicamente establecen que los ciclos no son el resultado de desequilibrios endógenos duraderos, sino que se producen por eventos desconocidos (cambios tecnológicos), amplificados por la respuesta eficiente de los individuos a esos shocks.  En estos modelos, la economía está siempre en equilibrio, los ciclos no son algo necesariamente malo.

Para muchos estos modelos son una pérdida de tiempo. Un ejemplo es Krugman, otro Leijonhufvud, y otro más Buiter. Pero el que más duro (y cínico) se puso fue Romer. En su crítica, Romer se mete con el ejercicio de calibración, que más que un ejercicio lo considera una vagancia

Pero lo más filoso es su rechazo a la teoría de que los ciclos son provocados por shocks tecnológicos exógenos, que Romer cataloga como imaginarios. Algunos ejemplos del paper:


  • Un troll que produce cambios aleatorios en los salarios pagados a los trabajadores
  • Un gremlin que modifica aleatoriamente los precios del producto
  • El éter, que produce un cambio en la preferencia por el riesgo de los inversores
  • Un shock calórico, que hace que la gente decida de un día para el otro trabajar menos
Luego de leer expresiones como éstas, defensores de los modelos RBC le respondieron a Romer que su crítica era tardía, y que hacía muchos años que se sabía que esos modelos no servían. Mamita... 

Romer respondió a su vez a estas críticas y hoy cada vez más economistas, incluso neoclásicos, se suman para detener esta locura, que no nos sale nada barata. Una versión local de la disputa anda por acá en Alquimias Económicas. 

El estado de la macro no es bueno. Lo bueno de todo esto es que muchos se están dando cuenta.



* Wonkish es la palabra que usan algunos economistas que tienen un costado wonkish, y que cada tanto postean cosas wonkish. O sea, medio dificilongas o con alguna jerga.

domingo, 18 de septiembre de 2016

¡ESTADISTICA SÍ, GENTE NO!

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Los políticos, los economistas y los medios siguen haciendo esfuerzos para que no pienses, pero Dos Tipos de Cambio está decidido a... ayudarlos. Bueno, pero esta vez no. La visita de Walter Sosa Escudero al programa esta semana nos ha estimulado a escribir sobre un tema estadísticamente significativo. 

A los bifes: queremos dejar en claro de una vez y para siempre que hablar de "la gente" no solo es ridículo e incoherente, sino que además es muy poco progresista. 

Aproximadamente cada 15 segundos (minuto más, minuto menos) escuchamos en los medios a un cráneo criticar a su eventual oponente los datos que expone. Pero no se queja de la validez de la estadística presentada, sino del hecho de utilizar estadísticas en sí. Con indignación fingida, este esperpento suele afirmar solemnemente: "esos son números, pero ¿qué pasa con la gente?" El tipo dice eso y se cree al mismo tiempo piola, inteligente y sensible. Pero en realidad es todo lo contrario.

En cierto sentido, la frase refresca el conspicuo "yo recorro mi provincia/municipio/barrio", o también la versión internacional: "yo estuve en Filipinas, ¿qué mes va a decir vos de cómo vive la gente ahí?"

Bueno, ocurre que la estadística (bien calculada y bien interpretada) es una herramienta enormemente más poderosa que la experiencia personal o vivida. Los medios quieren mostrar historias personales, porque los números le parecen "fríos". Pero esto va por cuenta del que escucha la estadística, no del dato en sí. Cuando se dice que un país tiene 50% de pobreza, o que la mayoría de sus habitantes viven con un dólar diario, solo ese número debería parecer suficientemente aterrador. 

Cuando necesitás "ver" la pobreza, aparece el problema de que pobres hay en todos lados, y podría pasarte que te angusties más cuando ves un homeless en Nueva York que cuando te dicen que mueren de inanición 50.000 niños por año en un país africano. Por eso, no hay nada peor que "pedir ejemplos gráficos", porque los ejemplos suelen ser excepciones. La estadística, en cambio, te cuenta mucho mejor la realidad. Y si está bien hecha, es la realidad.

Aquellos que reaccionan con más indignación y pena a unos pocos muertos en un acto o lugar público que a las masacres de millones de almas a manos de un dictador asesino, tienen que empezar a entender que esta es una limitación cognitiva propia. Si creés que 6 millones de asesinados es una estadística, es hora de reconocer que el problema es tuyo, no de los datos. Y que tenemos que corregirlo. 

Para colmo, no son solo los medios y los que hablan en ellos los que no colaboran. Hay profesionales que escriben artículos supuestamente académicos criticando las visiones "puramente estadísticas", como si esto significara quitarle humanidad a la realidad. Es indudable que las historias de vida ayudan a comprender ciertos fenómenos, pero después de eso, generalizá y usá la estadística.

Además, la palabra "estadística" no está asociada a "Estado" por casualidad. Su origen tuvo que ver con la necesidad de comprender mejor la complejidad creciente de la administración pública en el siglo XVIII. Leibniz fue el que recomendó hacer el primer INDEC del mundo en 1700, y en en 1749 Gottfried Achenwall acuñó el término moderno Statistik.  Un astrónomo belga, Quételet, le dio a principios del siglo XIX un amplio uso para el análisis social.

Pues bien, defender la buena estadística es también defender una actividad que tiene que ver con lo estatal, con lo general, con lo social. La estadística no son "números fríos", sino insumos fundamentales para mejorar nuestra sociedad. Y si esto no te convence, mirá el video ese del tipo que habla raro y tiene un sombrero gracioso, y que dice que la estadística sirve un montón. 


viernes, 9 de septiembre de 2016

SOBRE LOS SIGNIFICADOS DE LA EXPRESION "NO ENTIENDO"

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Supongamos que le alcanzamos por escrito un argumento a otra persona para que lo evalúe. El que recibe lee y contesta: "no entiendo". ¿Cómo se supone que debemos reaccionar?

Debo decir que, cuando me pasa, me siento bastante frustrado. Hay cosas que me vuelven loco, muy loco y que me digan "no entiendo". Básicamente, porque no entiendo esa respuesta. ¿Y por qué no la entiendo? Porque "no entender algo" puede tener un montón de significados y niveles. Veamos.

Primero, en el nivel más básico, se puede no entender el idioma en que está escrito el documento. Leo y no entiendo. No importa cuánto me aclares, no entiendo tus símbolos. Eso se extiende al caso de los argumentos matemáticos donde no se aclara qué simboliza cada letra o expresión utilizada.

Segundo, se puede no entender la gramática (¿o era la semántica?, un ejemplo aclarará). Puedo entender los símbolos, pero eso no alcanza. Uno puede decir que no entiende la siguiente frase: "El frase demás para salivar Dumbo ditirambo". Entiendo el idioma y cada palabra, pero no todas juntas.

Un tercer nivel es no entender lo que se quiere decir, simplemente porque el que escribió no lo hizo claramente: "Todos los hombres carecen de mortandad en cuanto órdenes" tiene una estructura gramatical razonable, pero el mensaje no es claro.

También puede ser, en un cuarto nivel, que no se interprete bien la frase porque es ambigua: "Hoy comemos carne de la cara", y "La perra de tu vecina tiene una linda cola"... bueno... son dos frases que tienen dos interpretaciones posibles cada una.

Un quinto nivel es no lograr interpretar hacia dónde va el argumento, es decir, adónde se apunta con la idea que se está presentando. "En lugares cálidos, en verano el calor alcanza niveles extremadamente altos en algunos momentos". No se entiende a dónde apuntás, porque la oración es casi una tautología, no dice nada. Lo que el lector no entiende aquí es cuál es la novedad del argumento.

Un sexto nivel es la falta de precisión de la idea. En general la podemos asociar con la insuficiente cuantificación. "Las crisis se producen cada vez más seguido en la región" se entiende muy bien, pero falta precisión: ¿cuán seguido decís que se producen? ¿qué región? ¿cuál es tu métrica? Preguntas por el estilo definen bien lo que es necesario aclarar.

Y un séptimo nivel podría ser (que lindo que sean siete, número mágico si los hay) la falla del argumento. El error puede ser teórico-lógico, como cuando alguien dice: "Mi recomendación sería aumentar el déficit fiscal reduciendo deuda pública y también la base monetaria". Ahí no se cumple la restricción presupuestaria del gobierno, amigos economistas, así que lo que no se entiende es por qué el salame que escribió puso una burrada semejante. 

Si pensaban que iba por el octavo nivel, se equivocan, porque el siete es un número demasiado tentador y no lo voy a cambiar. Pero hay quienes utilizan la muletilla "no entiendo" para decir algo que nada tiene que ver con "no entiendo". Lo dicen (y esto creo que es lo que más me molesta), para decir "no estoy de acuerdo". Este no es un nivel de no entendimiento, sino un error expresivo del lector, que te traslada la carga de la prueba para que vos demuestres que tenés razón, pero sin decírtelo.

Así que, amigos críticos, cada vez que se encuentren ante la necesidad de evaluar un trabajo ajeno, traten de aportar algo al que lo hizo, porque al decir "no entiendo", lejos de ayudarlo, lo están perjudicando. Él no tiene idea cuál es el nivel de error de su laburo, y puede perder mucho tiempo en corregir los niveles incorrectos.

Si no se entendió el post, me dicen por favor en qué nivel. 








lunes, 5 de septiembre de 2016

SOBRE EL MERCADO COMO METAFORA DE LA EVOLUCION

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Luego de todo este papelón de la presentación de Economía al Diván, Dos Tipos de Cambio vuelve a los temas serios. Hoy nos metemos con la comparación entre la teoría de la evolución y el funcionamiento del mercado, y explicamos por qué los economistas no deberían asociar muy literalmente estas dos ideas. Sobre todo si pretendemos dar una visión "normativa" del mercado, es decir, si queremos justificar que el mercado es bueno porque es tan natural como la evolución. 

La equivalencia entre ambos conceptos se basa en que ambos procesos lucen naturales, no creados por la mano humana (es la mano invisible, estúpido!), y que estos procesos son estables (si están vigentes, por algo será). También hay una noción de equilibrio en ambos procesos que los podría ligar. Pero las diferencias son significativas. Veamos:

1. La evolución "sucede" en tiempos largos, ¿el mercado también?

Las poblaciones se transforman de una generación a la otra a través del tiempo. Los hijos son combinaciones de genes  de sus padres. Esta transformación es gradual, de manera que los cambios que producen especies diferentes llevan miles de millones de años. El "equilibrio" que observamos actualmente es el resultado de un tiempo muy pero muy largo. 

Si los mercados funcionaran como la evolución, deberíamos esperar por un equilibrio más o menos confiable durante demasiado tiempo. En general los modelos de equilibrio general proponen ajustes más o menos automáticos al equilibrio, porque los agentes deben actuar con los precios de equilibrio para decidir bien. Si los individuos actúan mientras el equilibrio se está alcanzando, la cosa se desbanda, como bien mostró Axel Leijonhufvud.  

2. La evolución gana porque mata, ¿el mercado también?

La evolución no es solo transformación, sino además la división en linajes que no pueden intercambiar genes y procrear. La evolución divide en grupos bien diferenciados que forman el famoso "árbol de la vida".  Esta división es la que permite que sobrevivan los más "adaptados", mientras que la gran mayoría queda en el camino.

Acá es donde la asociación entre evolución y mercado se pone feucha.  Si fueran equivalentes, deberíamos aceptar que el mercado asegura el equilibrio y el óptimo de Pareto eliminando a los que no enganchan con el entorno. En cierto sentido, esta es la característica del mercado que sus defensores buscan no transparentar demasiado: el mercado es un mecanismo ciego y eficiente, pero nadie se hace cargo del maltrato a quien no se adapta.

Por mi parte, no creo que el mercado mate a mansalva (al menos no como lo ha hecho la evolución), pero sí que dejado a su ciega mano inevitablemente deja un tendal. Este es el lugar que muchos le dan al Estado: evitar los excesos del mercado, así como la ley evita los comportamientos consistentes con el darwinismo social. En cualquier caso, es obvio que la comparación mercado-evolución es insensata: la evolución es un proceso natural y aberrante, como dice la cita de Dawkins. Si el mercado fuera eso, no lo permitiríamos.

3. Todos adaptaditos al medioambiente, ¿y al mercado?

Finalmente, lo que a todos nos parece un excelente diseño natural donde los animalitos se han "adaptado al medioambiente", en realidad no se debe a una hermosa casualidad, sino al proceso de "selección natural": las mutaciones genéticas aleatorias se producen, pero la mayoría de las veces no son "útiles" al medioambiente. El bruto contexto selecciona solo a los que tienen las mutaciones "correctas" para sobrevivir (y que revientan a otras especies).

En la metáfora del mercado, esto equivale a decir que solo vivirán para gozarlo aquellos que logren una modificación (aleatoria) en sus genes. En la evolución nadie se adapta "en vida", sino que la adaptación proviene de las mutaciones genéticas al azar que tengan tus "hijos". La mayoría de estas mutaciones no siguen, y unas pocas sí.

O sea que si la evolución es como el mercado, y tu mutación es mala, te quedaste afuera de la contienda. Tratá de tener hijos y ver si la pegan. Este contenido azaroso tampoco es un componente que quienes asocian mercado con evolución quieren reconocer. Otra razón para diferenciar ambas cosas.

Conclusión Natural

La idea de que el mercado es un espejo del proceso evolutivo nace de la necesidad de naturalizar el concepto. Pero el resultado es un tiro por la culata: no hay proceso más horrible para los estándares morales humanos que la evolución. Lo natural, la mayor parte de las veces, no es bueno, sino cruel y dañino. Pero como vemos el resultado final, todo nos parece perfectamente adaptado y hermoso. No nos olvidemos cómo llegamos hasta aquí, y sobre todo, no hagamos comparaciones odiosas.