martes, 10 de mayo de 2016

BURBUJAS ESPECULATIVAS: THE ISSUES

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Un nóbel para todos y todos

Insólitamente, en 2013 la academia premió con un nóbel a dos economistas con visiones exactamente opuestas sobre el rol del sistema financiero. O no tan insólitamente, porque esto ya ocurrió en 1974, cuando galardonaron a Gunnar Myrdal (a favor de la planificación) y a Friedrick Hayek (en contra). Ahora el premio lo ganaron Eugene Fama, que defiende la eficiencia del sistema financiero por sobre sus riesgos, y Robert Shiller, que pondera riesgos sobre ganancias. No voy a teorízar aquí sobre la psicosis de los evaluadores, pero sí quiero explicar, para aquellos que no estén en tema, las ideas en pugna.

Burbujas Especulativas y la hipótesis de los mercados eficientes (HME)

Las diferencias entre Fama y Shiller son varias, pero la más importante es que el segundo asegura que las burbujas especulativas existen y son peligrosas, mientras que Fama ni siquiera acepta el concepto de burbuja. Dado que es muy fácil entender la posición de Shiller, detallemos un poco la de Fama.

Para este hombre, los precios de los activos (sean acciones, contratos sobre commodities o inmuebles) siempre reflejan la información disponible, y por lo tanto son precios de equilibrio. Nadie que sepa que una acción debe valer más (porque la empresa tiene buenas perspectivas) va a dejar de comprarla, y por lo tanto el precio debe aumentar rápidamente y alcanzar el equilibrio. Esta es, en dos palabras, la hipótesis de los mercados eficientes.

Esta teoría se basa en dos conceptos de racionalidad, uno individual y el otro colectivo. La racionalidad individual deviene de la capacidad de los agentes de estar informados y de usarla para calcular eficazmente el precio del activo. La racionalidad colectiva necesita que todos estén seguros de que todos actuarán racionalmente. Las dos son difíciles de cumplir, pero la segunda lo es mucho más. Si un inversor importante se equivoca y compra un activo inflando su precio artificialmente, no pasa nada mientras los otros sigan siendo racionales. Pero si el resto considera que las decisiones de ese inversor fueron racionales, esto puede confundir al resto y, eventualmente, generar una burbuja.

Críticas a la HME

La teoría de Fama no predice burbujas. Pero que las hay, las hay. Todos hemos visto una, y si bien no las podemos definir con precisión, si tiene cuatro patas, hocico, cola, y ladra... En general el principio es que si algo sube mucho y muy rápido, tiene buenas probabilidades de caer bruscamente después. Fama insiste en que para hablar de burbujas uno debe tener un modelo de cómo se comporta la gente, y luego comparar este modelo con la dinámica de precios del mercado. Por supuesto, muchos teóricos (incluyendo a Shiller) hicieron esto y demostraron que había burbujas. Pero esto no es todo. Muchos experimentos de laboratorio demuestran que los participantes, aun conociendo el valor “fundamental” del activo, producen burbujas especulativas, con el mismo formato que observamos en la realidad.

Como dijimos, un supuesto de la HME es la plena racionalidad individual. Pero como dijo Thaler, no somos Homo Economicus sino Homo Sapiens. Hay cientos de sesgos, pero los que importan para las finanzas son la excesiva confianza (el 80% de los conductores considera que maneja mejor que la mediana), y los sesgos de opinión (creemos que estamos más en lo cierto de lo que en realidad estamos). También joroban las limitaciones para calcular probabilidades (hay menos probabilidades de morir mordido por un tiburón que aplastado por partes de avión que caen del cielo, pero lo primero nos asusta mucho más). También nos afecta el sesgo de disponibilidad: nos gustan más las acciones con más prensa.

Además, los mercados no arbitran. Las colas de supermercados sí arbitran (¿vieron que son todas iguales?), pero los mercados financieros no siempre. Para ganar con el arbitraje hay que comprar cuando todos venden, y por lo tanto hay que bancar la parada mucho tiempo (¿cuando va a rebotar esta maldita acción?). Keynes dijo famosamente que la brecha de arbitraje puede mantenerse más tiempo del que podemos financiar.

La racionalidad colectiva (o expectativas racionales) también tiene problemas teóricos y prácticos. Preguntémosnos por un instante por qué un individuo A le compre una acción que cotiza en bolsa a otro B. Una razón son las expectativas discordantes: A piensa que la acción subirá, y B que bajará. Pero con expectativas racionales todos deberían forman las mismas expectativas. Si bien las expectativas discordantes no son la única razón por la que se comercializan acciones, si no fuera por ellas habría mucho menos transacciones de las que observamos. La práctica tampoco respalda a Fama. En mi curso de Macro II vengo realizando hace rato el siguiente experimento: que los chicos elijan un número del 0 al 100 al azar. El ganador será quien elija el número que se aproxime más al promedio elegido dividido 2. El equilibrio racional de este juego es cero (si todos elijen al azar, gana el 25. Si elijo el 25, gana el 12. Si elijo el 12, gana el 6, y así…), pero en general cuando desconocen el juego se gana eligiendo 11 o 12.

¿Y entonces qué hacemos?

Hay burbujas. Son peligrosas, y son explicables. Tampoco es tan difícil detectarlas: si los beneficios de un activo crecen mucho más que la tasa de ganancia promedio de la economía durante varios años, te vas a caer. Lo que sí, es difícil saber cuándo detonan, porque las propiedades de las burbujas son difíciles de entender. Son, como dice Taleb, un cisne negro.

Hay quienes sugieren alfabetizar financieramente a la gente para disminuir riesgos, pero yo desconfío del éxito de esta empresa. Limitar los capitales financieros tampoco es fácil porque inventan nuevos instrumentos que evaden las regulaciones todo el tiempo.Tampoco creo que la tecnología nos salve en el futuro, más bien todo lo contrario: los amagues de supernegocios rentables suelen basarse en quimeras tecnológicas.

Habiendo descartado otras soluciones, solo nos queda esta. Hasta el próximo post, que hablará sobre otro tema.


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